Querido hermanastro Daniel...
Lamento tu dolor.
PERO
Llegaste tarde, con hambre y discurso,
yo ya había armado mi vida en este concurso:
casa, moto, el libro, alma en expansión,
y una casa pa' mamá, sin pedir perdón.
Y aún así, la razón camina conmigo,
vos con los bolsillos llenos de castigo.
No sabías nada del fango que arrastré,
ni del otro hermano que sí me tragué.
Ni de la noche donde, niña, fui presa,
mientras vos hacías burla con la boca espesa.
Tratando de venderme entre tus amigos,
como si yo fuera otra más del castigo.
Sí, trabajo en concursos de vida sucia,
pero eso no te da derecho a la astucia,
de usar mi nombre, mi cara, mi pena,
pa' darte a vos una excusa que suena.
Me sentí vacía, sola, mal herida,
cuando enterré a mi viejo sin guía.
Jalé esa línea, la única, en años,
de las manos del cobarde que habla de daños.
Con mi plata, con descaro, con cálculo frío,
ese mismo que luego midió mi vacío.
Yo me drogué, sí, pero pa’ pensar,
vos jalabas pa’ huir, pa’ no enfrentar.
Perdiste tu auto, tu celu, tu casa,
y hasta tu madre, que ya ni te abraza.
A mí me sacó del pozo la pregunta,
a vos te hundió el pito, la noche y la junta.
Y el celu... no se cayó, se empeñó,
como todo lo que el humo te robó.
Te quedaste en nada, flotando en la excusa,
mientras yo construía verdad sin camufla.
Tus amigos me llaman: “¿Cómo está el?”
y a vos, nadie, porque tu alma es aquella
que no recuerda que yo no existo para nadie
que nunca dio abrigo ni una puta llamada
cuando yo estuve días enteros congelada.
Yo no tengo hermanos?
rodeado de gente, ¿y aún así llorás?
Porque no te idolatro, no te celebro,
porque me siento más hombre, más mente, más verbo.
No es odio, compadre, ni falta de fe,
es que tu historia no se cruzó con mi sed.
Yo estuve luchando, con todo en la espalda,
mientras vos soñabas con fama prestada.
No eres mi héroe, ni tu capa es real,
yo cargo mi historia, mi lucha, mi mal.
Y si algún día te preguntas por qué,
es porque nunca estuviste..
y yo nunca me preocupe ni necesite.
y yo me quedé.